Tras una investigación a través de entrevistas, conversaciones casuales y momentos de convivencia en casas y habitaciones de migrantes, encontré que existía una gran comunidad de migrantes venezolanos en el barrio de Las Cruces. Más grande de lo que parecería. Ya que muchas familias y personas migrantes no pueden convivir o vivir el espacio público con tranqulidad. Entre el retaqueo, buscar el dinero para pagar la habitación, el hacinamiento, infancias interrumpidas por pagadiarios violentos, esta comunidad ha llegado fragmentada.